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La Galería Kreisler celebra sus bodas de oro con el arte contemporáneo

La Galería Kreisler, la decana de las salas madrileñas, cumple sus bodas de oro con el arte contemporáneo. Cincuenta años en los que han pasado por sus espacios algunos de los artistas plásticos nacionales e internacionales más importantes de los siglos XX y XXI.

eldiario.es

Carlos Evangelista, el orden de la abstracción

A estas alturas, hablar de Carlos Evangelista supone referirse a uno de los grandes nombres de la abstracción geométrica en nuestro país, pero si además se trata de valorar los últimos trabajos con el mismo rigor con el que el artista aborda su pintura, no se puede pasar por alto el elevado grado de pulcritud y depuración estética alcanzados por el pintor en estos años, una perfección difícilmente superada y muy claramente visible en el conjunto de obras que ahora reúne en la galería Kreisler de Madrid. La veintena larga de lienzos completados con varias esculturas de suelo de dimensiones considerables, seleccionadas para esta individual, poseen varios ejes de desarrollo analítico que parten, como casi siempre ocurre en su obra, de la línea recta para configurar ángulos de 90º que a su vez construyen impecables reticulados cuadrangulares de amplias superficies cromáticas.

Se adivina de un primer vistazo la voluntad innovadora de un pintor que se encuentra en plena madurez. Los formatos acusadamente alargados en vertical u horizontal; los polípticos conformando un todo de edificaciones y planimetrías que tienen su sentido no sólo en el interior del cuadro sino más allá de los bordes de las diversas telas que los componen; las líneas divisorias que separan los campos de color y reiteran la presencia omnipotente del rectángulo en sus infinitas combinaciones neoplasticistas. Y por supuesto, el natural elogio de la arquitectura y dentro de ésta del racionalismo constructivo como base esencial del arte moderno.

Todos estos ingredientes contribuyen a configurar el pensamiento pictórico de Carlos Evangelista más allá de la pura amalgama decorativista tan frecuente en otros artistas, y tan superada por el conocimiento que nuestro pintor demuestra tener sobre los procesos y principios del trinomio indivisible forma-color-superficie. Del had edge y la lírica entorno a la sonoridad profunda del color puro, con todas la emociones y estados que su quietud ortogonal pueda provocar en el espectador, también nos habla esta magnífica exposición del gran pintor madrileño.

(Galería Kreisler, c/ Hermosilla 8, Madrid. Hasta el 28 de febrero)

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Visiones fragmentadas de José Balagueró

Amalia García Rubí
Viernes, 14 de noviembre de 2014

Compuesta por una veintena de pinturas en acrílico sobre lienzo, realizadas por el artista aragonés José Balagueró (Zaragoza, 1930), la exposición inaugurada recientemente en Kreisler, es una prueba fidedigna de la intensa actividad creativa llevada a cabo por este veterano artista de vanguardia. José Balagueró es una figura pionera en el desarrollo de la abstracción en nuestro país, cuya obra fue expuesta por primera vez en la histórica galería Biosca de Madrid, en 1957. Hoy, medio siglo después, José Balagueró es un autor consagrado, con más de medio centenar de exposiciones a sus espaldas y un considerable reconocimiento internacional, cuyas obras pueden contemplarse en salas y galerías europeas y americanas, como el Museo Salvador Allende de Santiago de Chile o el Art Institute de Chicago, además de estar representadas en prestigiosos museos y fundaciones españoles, como la Fundación March o el Museo Reina Sofía de Madrid.

Además de este amplio currículum, la personalidad creativa de Balagueró, su constante indagación en los espacios prismáticos de la pintura, pasa por un análisis de forma-color muy próximo a los conceptos de deconstrucción cubista. Salvando los vínculos inevitables con las vanguardias históricas, pudiera hallarse levemente emparentado con grupos de raigambre neoconstructivista que emergieron en Zaragoza a finales de los años 40, como el histórico Grupo Pórtico. Aunque la mentalidad abierta y no localista de Balagueró le llevó pronto a vivir lejos de su lugar de origen para empaparse de influencias cosmopolitas y de figuras históricas de primera fila, desde Leger hasta Mondrian.

Los trabajos que ahora presenta en la galería Kreisler corresponden a su última y más reciente etapa creativa. En ellos, la frescura del color y el dominio de los contrastes tonales, la supeditación del motivo a la idea, la plena concordancia entre pintura-superficie, así como el claro predominio de la recta en la estructuración lineal que conforma el primer entramado fragmentario sobre la tela, no está reñido con el gusto por cierto aire ornamental, dinámico y sensual de la geometría en todas sus posibilidades expresivas. Heterodoxia interpretativa que sin duda viene a enriquecer el sentido mínimo de un vocabulario sintético-cromático, con nuevas y siempre sorprendentes maneras de organizar y reinventar composiciones. Una obra abierta física e intelectualmente que nos lleva a disfrutar del bagaje evolutivo de Balagueró, así como de su asombrosa interacción con el soporte. Ámbito, lugar de pensamiento y reflexión tan imprevisible como racional, el cuadro se convierte así en lúdico juego de imaginar mil y un paisajes fragmentarios vistos desde la ventana interior de una mente siempre despierta.

(Galería Kreisler, c/ Hermosilla 8, de Madrid. Hasta el 16 de diciembre)

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Guillermo summer y la levedad del paisaje imaginado

Pocas veces una exposición nos traslada con tan poco a un espacio tan distinto, un lugar transformado en refugio para la contemplación. La galería Kreisler lo ha hecho sin tener que echar mano de artificios ni grandilocuencias, volviendo sobre Guillermo Summers y sus desvelos más recientes. La razón es bien simple, el criterio puesto al servicio de la calidad plástica, el espíritu observador guiado por la intuición del ojo que ve y selecciona, y consciente de su tino, acierta plenamente en la elección. Hablar de Guillermo Summers es referirse a un artista en el ecuador de su carrera, portador de un lenguaje sencillo de compleja técnica, que se ha ido haciendo a sí mismo a base de lo que, a mi juicio, debe mover al pintor: la necesidad interior de comunicarse mediante el arte y la voluntad férrea de superar obstáculos en el duro y gratificante proceso de creación. La acción pictórica supone para Summers un ir al encuentro de la obra desconocida, sin permanecer en la pasividad de la espera. Para ello recurre a la experimentación, al trabajo, al juego de probabilidades pero también a la actitud incansable de una mente abierta a todo cuanto armonice los dos ingredientes básicos de su arte: ingenuidad y experiencia.

El resultado está a la vista y lleva el nombre de una exposición tan redonda como esta, donde naturaleza y poesía responden a conceptos mínimos, reducidos. Aquí se combinan a la perfección dos tipos de obras nacidas todas de mágicas mixturas, de mezclas delicadas que ahondan en la calidad y la calidez matérica y al mismo tiempo gozan de un extraordinario poder sugestivo, insinuante. Por un lado, las pinturas sobre tabla en tonalidades grises azuladas a base de pigmentos muy variados, carborundun y polvo de mármol, convierten la superficie del cuadro en profundidades acuosas, veladuras y transparencias de evocaciones marinas que sumergen nuestra mirada más allá del plano único y se expanden allende los límites del cuadro. Por otro lado, la serie de pinturas sobre papel y tela a base de parafina y técnica mixta donde la abstracción pura da paso al motivo central en negativo descrito tras la opacidad glauca de la cera sobre el soporte. La sombra aislada de una silueta humana que asoma danzante, un árbol deshojado, un astro, un bosque, una flor… se define frágil en el espacio velado mientras la ligereza de su movimiento casi imperceptible agita con suavidad nuestro sentido poético del paisaje. Un recuerdo fragmentado, ordenado y dispuesto según ciertas coordenadas pictóricas, pero cuya realidad primera parece abocada a una lenta desaparición; querer atrapar la imagen a duras penas recuperada, revivida desde lo pequeño a lo universal. Guillermo Summers nos transmite de manera singular el paso del tiempo y sus sedimentos, aquello que va quedando y transforma su naturaleza original en otra cosa sólo definible en el lenguaje del arte.

Amalia García Rubí

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Temporadasblog. Upcoming artist

No todo es PhotoEspaña en este Madrid estival apenas recién inaugurado, así lo apreciamos en la exposición titulada UPCOMING ARTIST que hasta el próximo día 26 de julio podemos disfrutar en la Galería Kreisler de la capital.

La exhibición está conformada por tres jóvenes creadores que en absoluto me atrevería a tildar con el manido apelativo de promesas del arte, pues lo cierto es que, tal y como dimanan las obras reunidas en Kreisler, se trata de realidades y talentos consolidados en este complejo mundo de la pintura y la escultura actual.

Begoña Fernández-Castaño, Luis Agulló y Manuel Cruz son, sin duda, una trilogía de creadores eclécticos entre los que sin embargo podemos hallar evidentes nexos de unión. La fascinación por lo urbano, el gusto por la cultura de masas entendida como un guiño a ciertos referentes digamos neopop, si se me permite el neologismo, así como la profunda vinculación de su trayectoria con el mundo del diseño en sus más diversas vertientes, son algunos de esos lazos de unión referidos.
Centrándonos en las características específicas de cada uno de ellos, no se puede pasar por alto la personalísima iconografía de Begoña Fernández-Castaño, donde la mujer moderna y sofisticada, identificada por los zapatos de tacón, campa por doquier en una producción ubicada en el atractivo bucle de la posmodernidad, patente en este caso en sus vínculos futuristas y pop.
Sin embargo la libertad creativa de Begoña Fernández-Castaño, libertad que la misma pintora reclama para su producción en un texto autobiográfico, es la que le permite jugar con la abstracción cromática o la que le permite recrear su paleta en ese fucsia intenso que bien define a sus flamencos, ave que ya casi, al igual que los tacones, se ha convertido en un invariable icónico de su quehacer.
No menos resortes pop hallamos en las obras presentadas por Luis Agulló, quien partiendo de un material de desecho como son los palets de carga, elabora un intenso discurso en torno a nuestra civilización, como el mismo autor nos describe a lo largo de la muestra. Así, en Querencia, la proyección de las sombras de unos alambres sobre esos palets que les sirven de base recuerda la tendencia que el ser humano tiene por volver a sus raíces, a su familia. Dicho argumento se me antoja de suma actualidad precisamente en un tiempo donde tan frecuente es el retorno de aquellos jóvenes que arrojados a la cuneta por el atropello de la crisis regresan a su hogar primigenio, lugar y ámbito de encuentro y acogida.
El desarrollo de Agulló en el campo del diseño es evidente enVértigo, donde el creador sabe jugar con el color y unas formas geométricas no ajenas a ciertos ecos del Op Art y al Arte Cinético para establecer un experimento físico entre su obra y nuestra retina.
Manuel Cruz por su parte, desarrolla una obsesión creativa y conceptual por el calzado deportivo, objetos usuales en la cultura de masas pero que en los pinceles de Cruz se transforman en algo más, en un divertimento a la vez jovial y decadente, quién sabe si se trata del auténtico reflejo de una sociedad antaño lúdica hogaño decrépita.
No le falta el sentido del humor a Cruz cuando en Run Ronald Run desmitifica la celebérrima imagen de la famosa cadena de hamburgueserías o cuando la Pantera Rosa se convierte en protagonista de nuestro concepto del descanso y del confort.

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ArtMadrid´14 se renueva

Sunset es el título de la obra que recibe al espectador que se adentra en CentroCentro. Un ámbito donde dominan Picasso, Miró, Tápies o Barceló, artistas de relumbrón que el ojo contempla mientras el sol se esconde entre los cristales de la galería de cristal del palacio de Cibeles.

Aprovechando el empuje de ARCOmadrid, se desarrolla en la capital ArtMadrid’14, una pequeña pero a la vez gran feria de arte contemporáneo que celebra este año su novena edición. La feria estrena este año equipo directivo. Ideas frescas que dinamizan la muestra con guiños hacia el público joven. «ArtMadrid quiere ser cada vez más contemporánea pero sin abandonar al artista consagrado», cuenta el fundador y director de la feria Alberto Cornejo de Curros.

ArtMadrid cuenta en esta edición con 43 galerías que dan visibilidad a espacios de nueve comunidades autónomas y extranjeros, como Schmalfuss Berlin. Los estands, blancos e impolutos, están poblados con obras de más de 200 artistas contemporáneos divididos en dos programas: General y OneProject, éste último dedicado a los creadores más jóvenes.

Gran feria al margen de ARCO
Mientras todos los focos apuntan a los pabellones 7 y 9 de Ifema, en el corazón de Madrid se aglutinan creaciones de los mejores de nuestros artistas de vanguardia. En ArtMadrid los flashes y el público se agolpan en el espacio de la Galería de Arte Kreisler. Por primera vez en una feria de arte se expone al público la obra de Pablo PicassoBeigneuses, un dibujo a lápiz firmado y fechado en 1961. La obra está valorada en 350.000 euros, la más cara que se puede encontrar en esta edición de ArtMadrid. Su director, Juan Kreisler, confiesa que trajo la obra –comprada por su padre– a petición expresa de Alberto Cornejos, pero que si no la vende «dormirá muy tranquilo». «He convivido con ella en mi dormitorio por muchos años», detalla encantado. Kreisler es una de las galerías decana de Madrid. Con sede en la calle Hermosilla, tiene más de 50 años a sus espaldas. adsense protection . Es uno de los nombres propios de esta edición de ArtMadrid. Además de esta obra, presenta creaciones del pintor Carlos Evangelista, de la escultora Carmen Otero y de Juan Díaz, número uno de España en el campo de la acuarela, en palabras del director de la galería.

El director de arte de la muestra, David Sanz, ha sido el responsable, junto con la organización, de atraer a los mejores espacios con las mejores creaciones. Obra Gráfica Original expone en sus paredes L’oiseau rouge dans le bois, del artista cubista francés Fernand Leger, hasta ahora inédita y desconocida en el mercado del arte.

Curro Servera se encuentra sentado en la única silla que hay en su estand. Es el único descanso que ha tenido desde que se abrieran las puertas de la galería de cristal de CentroCentro del Palacio de Cibeles. El del galerista del espacio barcelonés Marc Calzada es otro de los más visitados de toda la feria. Fille d’Ubu, una pequeña escultura de Joan Miró, junto con dos cuadros del barcelonés, son el centro de atención del pasillo central de ArtMadrid. «La feria es una oportunidad de poder enseñar nuestra línea», explica Servera. Participar en una feria que está entre las más importantes del arte contemporáneo en España supone mucha visibilidad, aunque admite que al trabajar con obra de «artistas reconocidos» su horquilla de precios es «bastante alta» y vender resulta más complicado.

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Planos robados al fotograma

Cierre los ojos y rememore un combate cualquiera de la película Toro Salvaje. Olvídese de los púgiles e imagine que el protagonista de la escena está a pie de ring, en la esquina inferior del cuadrilátero. Por ejemplo, un reportero ataviado con una gabardina y un borsalino que se aferra con fuerza a su libreta. Está emocionado. Tal vez sea su primer trabajo para el periódico, o la primera vez que asiste a una pelea de este calibre (aunque le haya relegado a un segundo plano, no olvide que quien se está dando de puñetazos ahí arriba es Jake La Motta).

Este pequeño juego cinéfilo al que apenas ha dedicado unos segundos es el pan de cada día de Víctor Soler. Su trabajo es ese: jugar a inventar finales alternativos, sacarse de la manga realidades distintas a las que captan las cámaras, fantasear con escenas insólitas, y plasmarlas en una pantalla táctil. Como un cuadro, solo que en vez de lienzo y pinceles él usa un ordenador y lápices digitales. «De esta forma puedo agrandar la imagen para pintar los detalles, girarla a mi antojo o mezclar colores sin mancharme, es una gozada», explica el castellonense de 42 años. battle.net site down. Aunque cuando se trata de trazar los primeros bocetos, sus «rayajos», el artista prefiere hacerlo a la antigua usanza, como cuando de niño hacía bodegones en el colegio.

Elpais

Fernando Bermejo «Buenas noches Madrid»

En penumbra, el espacio de Kreisler; en el ánimo, el saludo del artista; desde las escaleras de la entrada, la estimación del montaje de la exposición; en la memoria, el recuerdo de muestras anteriores ya apreciadas; y en la voluntad, el impulso de internarse entre las obras que Fernando Bermejo ha traído a Madrid en esta ocasión: son los primeros pasos, sensaciones e impresiones que pueden registrarse al entrar en la galería, antes de entregarse a la contemplación atenta de “Buenas noches, Madrid”. Bermejo nos desea buenas noches con escultura, pintura, dibujo, figuración estricta y abstracción, retratos, comentarios y narraciones visuales, tondos que se hacen cargo del color, negros, grises y blancos, oros y bronces líquidos, maderas y papel, y transparencias con la sorpresa de la luz. Madrid map . Y, siempre, en cada caso, utilizando un gran saber hacer. Fernando Bermejo es un maestro en activar su memoria y la del contemplador: nunca olvida ni nos deja olvidar lo que ha hecho y mostrado, no da por concluidos sus empeños, sus series ni sus colecciones, y establece engarces eficaces entre unas y otras intenciones, asuntos, temas, procedimientos artísticos y resultados. buy a domain Así, nos encontramos en esta ocasión con sus árboles que dejan ver el bosque, con las flores de sus jardines de paz, con retratos de su mujer, con el traficante de estrellas, con sus cajas de luz en las que alienta una pintura llena de sensibilidad técnica y expresiva, con momentos vividos y creados en distintos lugares y en contextos artísticos renovados.
Y me parece… que la mejor manera de valorar y comentar la exposición de este artista diverso, multiforme y unitario, es el soneto Everness, del mejor Borges. Me atrevo y lo transcribo. Dice así:

Sólo una cosa no hay. Es el olvido.
Dios, que salva al metal, salva la escoria
y cifra en su profética memoria
las lunas que serán y las que han sido.
Ya todo está. curacao Los miles de reflejos
que entre los dos crepúsculos del día
tu rostro fue dejando en los espejos
y los que irá dejando todavía.
Y todo es una parte del diverso
cristal de esa memoria, el universo;
no tienen fin sus arduos corredores
y las puertas se cierran a su paso;
sólo del otro lado del ocaso
verás los Arquetipos y Esplendores.

Carmen Pallares/ Enero 2012 / Asociación Madrileña de Críticos de Arte